lunes, 2 de diciembre de 2019

Discusión constitucional 1 : Razones para el cambio de constitución (1): la constitución vigente no es neoliberal

A tres días de iniciado el movimiento social de 18 de Octubre de 2019, el 21, algunos parlamentarios levantaron la consigna de que era necesario avanzar hacia una nueva constitución. Cuando se examina la prensa de los días previos, sin embargo, se puede apreciar que esa demanda no estaba presente, o al menos no en un primer plano de las expresiones de descontento. Una vez que se propuso, sin embargo, la propia consigna se transformó en un hecho político que se ha instalado en el debate público y, entre otras dinámicas, ha dado lugar al denominado Acuerdo por la Paz y una Nueva  Constitución, del que hablaré mas adelante.
El objeto de las siguientes líneas es despejar una cuestión que, creo, es importante. Planteada la cuestión de un proceso constituyente, hay argumentos a favor y en contra de adoptar una nueva constitución.  Uno de los que surge con mayor frecuencia es que se requiere un cambio total de la constitución porque ella consagra un modelo neoliberal que, además, no podría ser completamente superado por una reforma constitucional, por profunda que ella fuera, a partir de la propia constitución existente.
El punto es que la Constitución vigente no es neoliberal, y aquí doy las razones para sostener eso.

Entre las distintas formas en que se entiende el neoliberalismo hoy, en Chile, uno de sus rasgos fundamentales es que se trataría de un sistema que entrega al mercado la provisión de todos los bienes y servicios, alentando un individualismo competitivo y marginando al Estado y al espacio de la público de cualquier actuación que interfiriera con las reglas de dicho mercado, en pos de la eficiencia económica. Una segunda variante sostiene que la Constitución consagraría un estado subsidiario, lo que en todo caso es incompatible con la idea de una constitución neoliberal. El principio de subsidiariedad indica que, allí donde los particulares fallan, debe entrar a actuar el Estado; para un modelo neoliberal, allí donde los particulares fallan, las reglas del mercado deben producir un ajuste por si mismas o una redistribución de recursos hacia donde ellos sea más eficientes, sin importar las consecuencias sociales que puedan producirse. (No en vano la idea de subsidiariedad es un componente importante de la doctrina social de la Iglesia Católica desarrollada a partir del año 1891, mientras que el neoliberalismo hace carrera como un liberalismo económico extremado y desprovisto del componente político  del pensamiento liberal clásico). Por lo tanto, para el neoliberalismo a) es inaceptable la intervención económica del Estado como empresario; b) no contempla la existencia de derechos sociales (que distorsionarían el mercado) y c) por supuesto, considera una herejía mayor la sola idea de fijación de precios.  Adicionalmente, d) señala que la intervención regulatoria del Estado debe ser mínima, y ojalá , concentrarse solamente en el manejo de la moneda, velando por su estabilidad para impedir la inflación (y así, nuevamente, permitir un eficiente funcionamiento del mercado).

¿Qué sucede con la Constitución de 1980?
a) Por lo pronto, acepta la intervención del Estado actuando como empresario. Pide para ello, si, una ley, aprobada por la mayoría efectiva de los parlamentarios (no es una super-exigencia, como han planteado muchos: lo único que requiere es que la mayoría, si quiere aprobar esa ley, se haga efectivamente presente en las respectivas votaciones de la Cámara de Diputados y del Senado: es a esto que se llama "ley de quorum calificado") (art 19 N° 21 inciso II de la Constitución);
b) La constitución contempla derechos sociales; en primer lugar, el derecho a la salud (19 N° 9). Luego, el derecho a la educación (19 N° 10). No sólo no consagra el lucro en la educación, sino que establece un deber del estado de proveer un sistema de educación gratuita hasta cuarto medio. También consagra el derecho a la seguridad social (19 N° 18) y el derecho de sindicación (19 N° 19). La idea de la protección del trabajo, contemplada en  el art 19 N° 16, y de la justa retribución, son también expresiones de derechos económico-sociales. Incluso un derechos clásico, como el derecho de propiedad, se encuentra consagrado en términos que evolucionaron desde vertientes social demócratas y de la doctrina social de la Iglesia Católica, como se aprecia en el art 19 N° 24, en que se somete el derecho de propiedad a las obligaciones que deriven de su "función social". O sea, no es el derecho de propiedad individualista y egoísta de las primeras constituciones liberales.
c) La Constitución permite la fijación de precios. Si bien no de manera explícita en general, hay muchos ámbitos en que se ha regulado una fijación tarifaria por ley, para determinados servicios prestados por particulares. Pero lo más importante es que la Constitución, expresamente, permite fijar los precios en materia de remuneraciones: el salario mínimo, y muy importate: permite subir obligatoriamente las remuneraciones del sector privado (art 65, inciso IV N° 4 de la Constitución). Esta sola posibilidad haría que un neoliberal sufriera como vampiro expuesto al sol.
d) Por último, si bien la Constitución contempla la existencia de un banco central autónomo, el ámbito de esa autonomía, y la misión de velar por la estabilidad de la moneda no está fijada en la Constitución, sino que en la ley, la Ley Orgánica Constitucional del Banco Central. Es cierto que es una ley orgánica constitucional que requiere más diputados y senadores que la mayoría para ser modificada: pero no es la constitución la que fija ese marco. De hecho, en el proyecto original de la Constitución se contemplaba fijar como misión del Banco Central "velar por la estabilidad de la moneda", y se eliminó precisamente bajo el argumento que eso era una cuestión que debía quedar entregada a la decisión legislativa, y no petrificada en la Constitución.
En conclusión, la Constitución no es en si misma, neoliberal. Tiene algunos defectos, como la ausencia de la consagración del derecho a huelga, pero ese solo punto no refuta lo dicho anteriormente.
¿Cómo es entonces, que se le reprocha eso?  Una constitución es como una casa, y las leyes, lo que está dentro de ella. Durante mucho tiempo, el mobiliario y el decorado que hemos desarrollado como país, al interior de la Constitución, tiene ciertos rasgos que se han criticado, y quizás con razón, como un modelo neoliberal. Pero no es la Constitución (no es la casa) la que condiciona u ordena ese modelo (mobiliario y ornamentos).
De este modo, si se quiere cambiar la constitución, ello es un propósito perfectamente legítimo y discutible; pero que no se haga sobre la base de afirmaciones o argumentos falsos.

2 comentarios:

  1. Hola profesor Aldunate, me alegro que se decidiera a crear esta instancia de discusión que tanto hace falta en estos días, espero que perdure en el tiempo.
    Estando de acuerdo en líneas generales con lo que plantea como tesis principal, tengo dudas sobre si los derechos que usted enumera como derechos sociales han cumplido la función que se espera de ellos en la vida jurídica nacional (posibilidad cierta de exigir al Estado una prestación social determinada), sobre todo, si consideramos que la actual constitución no protege tales derechos mediante la acción de protección, que con todos sus defectos, parece ser el mecanismo de tutela de DD.FF por antonomasia en Chile. Dicho eso, entonces, pongo en duda que la mera enunciación de dichos derechos en la constitución, sin ir acompañados de un procedimiento efectivo de tutela, permita considerarlo como un argumento a favor de la tesis planteada de que la actual Constitución no es neo liberal, a mi al menos me hace ruido.
    Me aprovecho del pánico y me animo a formularle una pregunta. Usted escribió hace un tiempo un artículo donde postula que la posibilidad de exigir un derecho social a un juez transformaría la actual forma de gobierno del país de una democracia representativa a una aristocracia (en el sentido que los jueces - una minoría- al decidir sobre el presupuesto en los hechos terminarían gobernando), considerando la profundidad de la crisis política que vivimos por estos días, donde, como pocas cosas, ha quedado clara una demanda transversal en orden a dar efectividad a tales derechos, le pregunto si sigue pensando lo mismo o bien se ha abierto a otras alternativas.
    Slds
    Karim Nehme


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  2. Estimado Eduardo, comparto que el neoliberalismo, en su esplendor, es peor aún que las prácticas que hemos visto hechas costumbre.
    Desgraciadamente no se ve un aparataje eficiente como para erradicar la corrupción con la que hemos llevado un sistema hacia su perversión.
    Vale notar que no creo que sea un problema exclusivo del liberalismo: los sistemas no suelen ser malos o buenos por sí mismos. Reflejan el grado de madurez de una sociedad, lo que les hace sentido por sumatorias históricas, siendo las personas quienes los llevan hacia un extremo virtuoso o perverso. Por ello, culpar exclusivamente a un sistema esconde la corrupción de las personas, y a la inversa, pretender que un sistema puede llegar a remediar todos los males tiene el mismo efecto encubridor.
    Estoy en general de acuerdo en la precisión que hace sobre la constitución, pero parto, desgraciadamente, de la base experiencial que somos un pueblo que necesita mucho "la pistola en la cabeza" - metafóricamente hablando - para ser buen ciudadano.
    La gente no suele ir por la calle y presentarse diciendo:'Hola, soy fulano de tal y soy como las reverendas en esto'. En nuestro sustrato social, solapado e hipócrita, una constitución que tuviera pretensiones de amparar la neoliberalidad se presentaría como un inocente liberalismo, con espacios para aplicar creatividad, tal como lo hemos visto en las últimas décadas. Los creadores y compinches parten con la exclusividad del conocimiento sobre el sistema creado, armando la plataforma que los diferencia y les da esa ventaja infranqueable sobre el resto, por lo menos por 30 años más.
    Por ello, y en estrecha observación de cómo solemos ser, es que sí puede - es más, debe - justificarse una reescritura de la constitución, ojalá atacando los temas difusos de manera clara. Quisiera ser más optimista, pero me conformo con esperar que nos garantice una pausa de otros 30 años y que quizás nos demoremos más en encontrar los nuevos agujeros para sacar ventaja. Quizás no todo sea tan malo, y para el siguiente ciclo de reajuste social, durante dicha pausa, la educación haya hecho lo suyo. Para mí la única real solución para estos problemas.

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